Los misioneros Kent y Jenny Schafer hicieron un largo y arduo viaje para visitar un lugar posible para su futuro ministerio y fueron recompensados con el inicio de algunas amistades.
Después de abordar un transbordador para cruzar el río, encontraron uno de los pocos camiones disponibles para llevarlos más allá. Sin embargo, la siguiente etapa del viaje que iba a ser hecha en bote, viajando río arriba, resultó un poco más difícil. Después de esperar varias horas junto con otras 60 personas que querían hacer el viaje río arriba, el bote finalmente estuvo listo. Ellos abordaron el bote junto con ocho motocicletas y ocho bicicletas. Se había enviado un mensaje al conductor del camión que normalmente recoge pasajeros en el otro lado del río, pidiéndole que los esperara ya que llegarían seis horas tarde.
El conductor habitual del camión no recibió el mensaje pero Dios había preparado a un conductor de camión para que llevara algunos troncos al río y llegara justo a tiempo para llevarlos a un motel donde pudieron reposar a la medianoche.
A la mañana siguiente pudieron comenzar a caminar alrededor del vecindario con su amiga, quien les presentó a sus parientes.
Una de las damas quedó visiblemente aterrorizada cuando los vio a ellos. Su amiga mozambiqueña que los acompañaba, Marcia, era una pariente de esta dama y la saludó. Ella se acercó cautelosamente a Marcia pero aún miraba a los Schafer con terror en sus ojos. Después de ser presentada, se dirigió vacilantemente a Jenny; cuando Jenny la saludó en el idioma maíndo, su rostro esbozó una sonrisa y le contestó el saludo. Así que fue de gran ayuda que Marcia y su madre presentaran a los Schafer como sus amigos.
Después de caminar alrededor, hablando con la gente toda la mañana, sabían que tenían que saludar al regulo o rey local. Cada vecindario tiene un descendiente de un jefe tribal que gobierna ese vecindario y también representa la autoridad gubernamental. Marcia los llevó a visitar al regulo y él se sintió honrado de que ellos hubieran venido a visitarlo en su casa desde un lugar tan distante.
Sus intentos por hablar el idioma maíndo agradaron a la gente y Kent y Jenny sienten que Dios ha abierto la puerta para ministrar en esta zona.
Oremos por los Schafer mientras se preparan para ministrar en el idioma maíndo de Mozambique.