1 de mayo, 2017
Hace unas semanas, Marcy y yo nos dimos cuenta de que teníamos un sábado completamente libre, por lo tanto, disfrutamos de una “cita en la tarde”. Decidimos ir a ver una película, algo que una vez hicimos en forma regular hace muchas lunas. El filme que escogimos ver en nuestra cita fue Split, la reciente película de suspenso sicológico del director M. Night Shyamalan. Antes de que se preocupen, les informo que no voy a hacer un repaso de la película. Sin embargo, los pensamientos que voy a compartir fueron motivados por el personaje principal de la película, un hombre llamado Kevin.
En la película, Kevin es el paciente de un siquiatra. Sin revelar demasiado de la trama, Kevin ha mostrado evidencia de tener múltiples personalidades (veintitrés, si recuerdo bien) a su médico. De ahí el título de la película, ya que su mente está “dividida” entre estos personajes dispares, cada uno de los cuales busca su momento para pasar al frente y hacerse oír. En el transcurso de la película las distintas personalidades compiten por el control… y esto me llevó a considerar el desafío que parezco afrontar más y más en estos días.
Bien, antes de que se preocupen mucho, no, no estoy luchando con un trastorno de personalidades múltiples como Kevin. Sin embargo, cuando estamos aproximadamente a ocho semanas (o cincuenta y seis días, o menos de 1.400 horas) de abordar un avión para regresar a nuestra casa en Papúa Nueva Guinea, veo que mi mente está siendo atraída en direcciones opuestas. Me doy cuenta de que estoy intentando compartimentar la vida, tratando de estar “en el momento” de la tarea que tengo a la mano, como preparar lecciones para mis clases en la escuela Maryville Christian School… y no, no puedo pensar en las cosas que hay que hacer para prepararnos para nuestro regreso al campo de misión. Buscar en internet información de hoteles y viajes para nuestro regreso al campo… y no, la prueba de pre-cálculo o la prueba de estadística para la próxima semana puede esperar. Orar por amigos queridos que están librando una segunda batalla contra el cáncer en los últimos tres años y medio… y no, el papel del nuevo ministerio potencial en PNG no puede tener mi atención en este momento.
Como misioneros, nos han enseñado que las transiciones hacen parte de la vida, hemos aprendido que debemos aferrarnos a los planes sin mucha rigidez, hemos llegado a entender que los cambios son inevitables y que están integrados en nuestra vida. Nos despedimos de los amigos y la familia cuando partimos hacia el campo misionero… nos despedimos cuando los amigos que se han convertido en familia dejan el campo, o cuando somos nosotros los que parten. Cuando llegan los últimos meses de un período de servicio en el campo de misión o de un año sabático, sé que tengo trabajo para hacer… trabajo en el sitio en que estoy, y trabajo de preparación para el lugar a donde vamos. Y sin embargo, aun sabiendo que esto hace parte de la vida, veo que mi mente todavía lucha por no ser ‘dividida’, por permanecer enfocada en lo que tengo delante de mí en el momento. Fue una lucha hace un año, cuando nos estábamos preparando para salir de PNG y regresar a Tennessee, y es un desafío hoy, cuando nos estamos preparando para volver a PNG.
Y sin embargo, mientras lucho por mantener mi mente concentrada en la tarea inmediata, también soy llevado a recordar 2 Corintios 12:9. La gracia del Señor Jesús fue suficiente para el apóstol Pablo… ciertamente ella es suficiente para para mí y para el esfuerzo de mi mente. Su gracia es la razón por la que yo (nosotros) puedo decir: ‘Sí, saldremos otra vez y regresaremos al campo misionero’; y cuando lleguemos allí, Su gracia me sostendrá. Porque estoy seguro de que en el futuro tendré que volver a luchar con esta batalla de la mente. Pero Su gracia será capaz de mantenerme, incluso cuando mi mente esté “dividida”.
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