Cuando Emily Richardson vio desde la ventana del carro el capitolio nacional, su primer pensamiento fue que la ciudad se parecía a aquella ciudad de Mozambique que ella conoce más.
Emily viajó a Mozambique con sus padres Michael y Jessica cuando tenía tres años de nacida. Ahora, a la edad de siete, Estados Unidos le parecía un lugar extraño.
Michael y Jessica y sus tres hijos han regresado a Estados Unidos para tomar un año sabático y están experimentando un choque cultural a la inversa.
La familia hizo un viaje a Washington, D.C., para ver las maravillas del capitolio.
“Creo que lo que más llamó la atención de los chicos fueron los surtidores de agua”, informó Jessica. “Ellos no dejan de asombrarse por el hecho de que uno pueda beber agua del grifo, y si uno aprieta el botón, el agua salpica la nariz, y con un poco de suerte entrará a la boca. Me parece que literalmente nos detuvimos en cada surtidor de agua del Museo Aeroespacial, el Museo de Historia Natural y a lo largo de toda el recorrido”.
La visita a una iglesia marcó un agudo contraste con los servicios de adoración en Mozambique.
“Durante el tiempo de la adoración, las letras de las canciones y los videos se proyectaban en seis pantallas gigantes de televisión, ubicadas al frente de la iglesia, y una niebla artificial invadió el recinto cuando la orquesta comenzó a tocar”, informó Jessica. “Qué diferente a la semana pasada, cuando estuvimos sentados en bancas rústicas de madera en una iglesia de Mozambique, mezclados con hablantes de por lo menos tres idiomas diferentes, todos adorando a Dios sin ningún instrumento, excepto nuestras voces”.
Aunque la familia Richardson está encantada de estar de vuelta en Estados Unidos, necesita oración por su adaptación a la cultura nacional. Oremos también para que Dios les dé sabiduría para compartir con otros lo que Dios ha estado haciendo en y a través de ellos en Mozambique.