30 de diciembre
Parece que mi vida ha estado y seguirá estando marcada por constantes emociones en conflicto.
Sabía que pasar las festividades de fin de año en el extranjero sería difícil; y sabía que la primera de ellas sería la más difícil. También sabía que serían algunas de las más bellas si lo permitía.
¡Nuestro hermoso árbol!
Me sumergí en las festividades que había alrededor del centro; queriendo desesperadamente saltar a la nueva normalidad; las fiestas, los villancicos, las galletas y las películas. Decoré y toqué música navideña, miré las luces, y bebía chocolate caliente cuando las temperaturas descendían a 21 grados; me mantenía ocupada. Incluso tomamos un descanso como familia en la costa, donde buceamos con tubo y nos zambullimos en el mar de Bismarck; y fue muy bueno para mi corazón. No me daba cuenta de lo mucho que necesitábamos un descanso hasta que estuvimos allí; fue como un bálsamo curativo para nuestros corazones cansados. No teníamos expectativas ni agendas; solamente arena, olas y sol.
¡Los pies en el mar de Bismarck!
Pero aun las ocupaciones no eran suficientes para evitar que la nostalgia aumentara bajo la superficie. No estaba preparada para Facebook e Instagram; no estaba preparada para ver a la gente que amo haciendo las cosas de Navidad que me encantan, pero que no puedo hacer. Visitando las deslumbrantes decoraciones de los hoteles de Disney; caminando a través de los pesebres vivos; sentándonos a ver un ballet navideño; bebiendo mocas de menta en tazas rojas; usando suéteres y botas; participando en servicios a la luz de las velas: “Lo, How a Rose ever blooming” [Mirad, como una rosa que siempre florece], y “In the Bleak Midwinter” [En el crudo invierno] (la cual es –inexplicablemente para mi esposo– una de mis canciones navideñas favoritas), y el hermoso recordatorio de que la Navidad es solo el comienzo de la Pascua.
En resumen, sentía envidia.
Villancicos a la luz de las velas
Sin embargo, tenía un servicio a la luz de las velas con villancicos, estaba rodeada por una familia cada vez mayor de gente querida que lo comprende, una puerta giratoria de visitantes, y no hay escasez de amor. ¡Incluso nos las arreglamos para conseguir un jamón navideño! La creatividad y el amor que había en cada pedacito de celebración hicieron de esta una Navidad muy especial para mí. A veces el mejor regalo es una barra de chocolate que no se haya derretido dieciocho veces antes de llegar a tus manos, o un juego muy práctico de guantes para horno que realmente correspondan y no sean paños de cocina a los que accidentalmente les prenda fuego.
No fue la Navidad que conocía, pero fue muy hermosa. Jesús vino y lo celebramos, independientemente del sitio, la edad, la cantidad de presentes, el trasfondo, la compañía, o lo que había en el menú. ¿Y no fue por eso que vinimos a vivir y servir en Papúa Nueva Guinea? Vinimos a celebrar a Jesús y a hablarles a todos los demás sobre Él.
Una “tradición” navideña a la que podría acostumbrarme 🙂
2015 ha sido un año de emociones hermosamente contradictorias. Celebré mi cumpleaños de oro y abracé a mi dulce abuela antes de que muriera. Dejé mi familia para moverme a través del mundo y hallé familia aquí también. Aprendí un nuevo idioma y olvidé por cuál lado del auto se entra; he experimentado mucho amor y generosidad. Dios derramó gracia sobre gracia en mí: para decir adiós, para viajar, para verle el lado positivo a las cosas, y para vivir prosperar en un constante estado de ‘mientras tanto’. Este ha sido un año de sorpresas y de inmensurable bondad. Gracias por apoyarnos a Josh y a mí, por tus oraciones, tus donativos, tu amor y tus historias.
Chao 2015; y hola año 2016, ¡estoy ansiosa por ver lo que tienes reservado para nosotros!
¡Todavía me cuesta creer que vivo aquí!