“¿Qué haría uno si creyera que sólo le quedan unas horas de vida?” se preguntó el misionero Dan Bryant después de una experiencia muy dolorosa.
Dan y sus tres hijos mayores recientemente salieron con amigos de la aldea para conseguir miel silvestre. Ellos habían visto hacer este proceso muchas veces y Dan reunió el valor necesario para intentarlo.
“Uno va justo cuando cae la noche, cuando las abejas se han ‘calmado’”, comentó Dan. “En este caso, la colmena estaba en la parte hueca de un árbol, a unos pocos centímetros del suelo, lo cual facilitaba las cosas. El proceso es simple –uno enciende un atado pequeño de heno y lo ondea en la abertura del árbol para aturdir a las abejas con el humo, luego uno alarga la mano y toma los panales”.
La familia terminó con un tobo lleno de panales de miel, pero Dan sufrió más de 15 picaduras de abejas.
“Nuestros hijos observaron desde una distancia, de modo que no fueron picados más de una vez cada uno”, informó Dan. “Todo fue emocionante; pero también sufrí más picaduras de las que había tenido en toda mi vida. Así que las horas siguientes no fueron nada placenteras con hinchazón, enrojecimiento y malestar general; hicimos buen uso de nuestro medicamento Benadryl”.
La esposa de Dan, Ginny, no durmió bien esa noche por estar vigilando la respiración de Dan. A la mañana siguiente, el ayudante de idioma de Dan apareció todo hinchado; él también había ido a buscar miel.
Esta experiencia aleccionadora hizo que Dan pensara acerca de “¿cómo se prepararía uno para la muerte si supiera que le quedan pocas horas de vida?”. Él les hizo esta pregunta a un par de landumas y sus respuestas lo entristecieron; su ayudante de idioma mencionó dos cosas específicas:
La primera sería pedir a los líderes religiosos del sitio que vengan y recen por uno, en parte para sanación, pero el ayudante de idioma dijo que principalmente para el perdón del más allá.
La segunda cosa sería pedir perdón a las esposas y los hijos, y uno perdonarlos a ellos. La creencia es que si otra persona no perdona los pecados de uno contra ella antes de que uno muera, entonces Dios tampoco podrá perdonar. Y si no hay perdón, uno debe sufrir a causa de ello, normalmente teniendo una prolongación del dolor antes de la muerte.
“Es interesante que ninguna de las personas a las que yo les pregunté mencionó algo acerca de decirle a la familia que uno los ama o que los va a echar de menos”, comentó Dan. “Es triste ver la esclavitud en que vive la gente por causa de la incertidumbre del perdón”.
Por favor, oren para que los Bryant hagan un progreso diligente en su adquisición de cultura e idioma durante los próximos meses para que “puedan compartir claramente la seguridad del perdón que Jesús ofrece a todos”.