Choque cultural: el olor de basura podrida en las calles, perros callejeros deambulando sin rumbo, los sonidos de una lengua diferente, y los sabores indescriptibles de nuevos alimentos.
Contrariamente a la creencia popular, eso NO es, de hecho, el choque cultural según los expertos que escriben todos los libros. Lo creas o no, esto es en realidad parte de la “fase de luna de miel”.
La asimilación de una persona dentro de un contexto nuevo y diferente, a menudo se ha descrito y se ha graficado con una onda sinusoidal. Durante las primeras semanas, y aun meses, el individuo se siente muy bien, de buen ánimo, y todo lo ve con lentes color de rosa. Para él, la vida está llena de nuevas y divertidas aventuras, con nuevas experiencias aguardando en cada esquina. (¡Esta es la razón principal de por qué los viajes de misiones de corto plazo son tan divertidos!).
El verdadero choque cultural sólo empieza a tener efecto unos meses después, cuando pasa la novedad, y la persona queda con la idea de que no entiende y mucho menos que encaje en este nuevo ambiente. Surge una profunda soledad, pues la persona anhela entender y ser entendida; nada de lo cual va a suceder pronto. El deseo intenso de la familiaridad de “la vieja vida” lo lleva a uno a juzgar el entorno cultural como inferior. Las diferencias culturales se convierten en molestias, y después, en frustraciones profundas. La próxima cosa es llamar a un agente de viajes para que reserve un vuelo a casa.
Si la persona realmente se abre camino a través de este valle de sombra sin oprimir el ‘botón de eyección’, la vida comienza a dar un giro hacia el bien, pues se habrá formado un sentido de pertenencia y una nueva identidad. Los goces de la vida regresan (sólo que en una forma diferente) y muchos viven felices para siempre…
Todo eso para decir: ahora mismo estamos viviendo en la parte alta de la primera onda, aprovechando al máximo “la fase de luna de miel”. Estamos viviendo en una pequeña ciudad/pueblo, y seguiremos ahí hasta el próximo año o algo así, mientras tanto nos dedicamos al estudio de la cultura y la lengua nacional.
¡La vida aquí es fantástica! Hemos rentado una pequeña casa en un excelente y pequeño barrio. Hay dos panaderías a 3 minutos de camino; la peluquería/sitio de reunión local está a la vuelta de la esquina, y nuestros vecinos son amigables; es muy parecido a estar en un pueblo pequeño. Las noches son silenciosas de 10 pm-4 am (desde que la gente deja de conversar en las calles hasta que los gallos comienzan a llamar la mañana). La mayoría de las personas anda en el pueblo a pie o en bicicleta, pero los autos y las motocicletas también son comunes, y ocasionalmente también aparece un caballo y su jinete o una carreta arrastrada por mula. Tenemos varios supermercados cercanos, TODOS los cuales llevan los comestibles (vía motocicleta-carro) ¡a la puerta de la casa! El último repartidor llegó a nuestra casa poco después del anochecer, con los comestibles que Danielle había comprado. Por alguna razón desconocida la electricidad se había ido, y yo ya había revisado los dos cortacircuitos de nuestra casa, sin ningún resultado. Después de descargar nuestros comestibles, ¡el repartidor resolvió nuestro problema eléctrico en 30 segundos! ¡Cena y electricidad! ¡Un servicio al cliente insuperable!
También hemos sido gratamente sorprendidos al ver que los zancudos y otros insectos que pican son mínimos, el clima es suave, y nuestro pequeño patio es el hogar de una variedad de interesantes pajaritos (incluyendo algunos loros hermosos que les gusta volar ocasionalmente).
Cuando no estamos haciendo filas para tramitar más documentos y papeleo, Danielle pasa la mayor parte del día estudiando o entablando conversaciones en portugués con la gente. Yo pasó mis días cuidando a Tulia y haciendo muebles baratos de madera contrachapada para nuestra casa que está sin amueblar. Tulia pasa sus días comiendo frutas, siendo traviesa, y encantando a los vecinos.
La vida es buena. Alabamos a Dios por Su provisión para nosotros. Esta montaña rusa descenderá en algún momento, pero por ahora tenemos nuestras manos levantadas.